viernes, 11 de abril de 2014

El alcohol destruye las conexiones entre neuronas.

Esto es lo que indican las investigaciones de los doctores Grethe Badsberg Jensen y Bente Pakkenberg, de la Universidad de Arhus (Dinamarca). Estos científicos estudiaron los cerebros de cadáveres de alcohólicos crónicos para determinar si la demencia y pérdida de memoria asociadas al alcoholismo podían deberse a una reducción del número de células cerebrales. Y los resultados han demostrado que el alcohol no mata las neuronas, sino que destruye sus conexiones (a través de axones y dentritas). Como estos elementos pueden volver a crecer, la buena noticia es que el descubrimiento aporta nuevas pruebas de que, si los alcohólicos logran abandonar su adicción, pueden recuperar parcial o incluso totalmente su función cerebral normal.Los investigadores, que han publicado su estudio en The Lancet, contaron con los cerebros de 11 hombres a los que antes de su muerte se había diagnosticado alcoholismo crónico. Como comparación emplearon los cerebros de 11 hombres sin historial de alcoholismo en el momento de su fallecimiento. Utilizando una técnica avanzada de recuento celular, los investigadores comprobaron que los dos grupos no se diferenciaban en cuanto al número de neuronas (células cerebrales) existentes en la zona llamada neocórtex.
El neocórtex es una capa de células grises que cubre la superficie externa del cerebro. Entre sus diversas funciones están la interpretación de las señales recibidas a través de los sentidos, las respuestas complejas de comportamiento y el pensamiento; en otras palabras, las llamadas funciones cerebrales superiores. ¿Cómo se explican entonces la demencia y la pérdida de memoria asociadas al alcoholismo?
La respuesta podría hallarse en otra parte del cerebro denominada arquicórtex, estructura que desempeña un papel importante en la memoria. Se observó entonces que la relación peso / volumen del arquicórtex era en promedio un 30% menor en los alcohólicos. También observaron en los cerebros de los alcohólicos una reducción del 11% en la relación peso / volumen de sustancia blanca, que tiende a corresponder a funciones cerebrales básicas, como el reflejo de huida o enfrentamiento, el miedo y la respuesta sexual.
Carencias vitamínicas

Los científicos creen que la disminución en la relación peso / volumen podría tener relación con los axones y dendritas que proyectan las células cerebrales. Los axones y las dendritas forman conexiones entre las células que les permiten comunicarse. Las investigaciones llevadas a cabo en seres humanos y animales muestran que los axones y las dendritas degeneran en presencia de niveles elevados de alcohol, pero que pueden crecer de nuevo -hasta alcanzar incluso la recuperación total- cuando se retira el alcohol, porque la propia célula sobrevive. Esta evidencia sugiere que la abstinencia prolongada de alcohol podría llevar a recuperar la función cerebral en los bebedores al permitir el restablecimiento de las conexiones entre las células cerebrales.
Aún serán necesarias mayores investigaciones antes de que pueda saberse con exactitud cómo afecta el alcohol a las células cerebrales. Sin embargo, está claro que algunas de las consecuencias neurológicas del consumo crónico de alcohol no tienen nada que ver con los efectos directos del alcohol sobre las células cerebrales o sus axones y dendritas. El alcohol tiene muchas calorías, pero su valor nutritivo es muy bajo, por lo que muchos bebedores tienen una alimentación deficiente, con carencias vitamínicas.
Copyright The Lancet.

Médicos canadienses desaconsejan el consumo de marihuana en las enfermedades reumáticas.

La artritis reumatoide, la espondilitis anquilosante, la poliartritis, etc. son enfermedades que pueden aparecer en personas jóvenes y que les acompañarán toda su vida. Se trata de patologías que generan dolor y discapacidad progresiva, por este motivo los pacientes recurren a numerosos fármacos a lo largo de los años. También, muchos de ellos busca alternativas a los productos farmacéuticos y una de ellas es la marihuana.
El 80% de los consumidores de marihuana en unidades del dolor en Estados Unidos la utiliza contra el dolor músculo esquelético, mientras que los estudios de población reflejan que hasta un tercio de las personas en Reino Unido y Australia informa de este consumo para el tratamiento del dolor generado por la artritis. De la misma forma, la artritis grave es el diagnóstico para el 65% de los canadienses autorizados para poseer cannabis con usos médicos.
Debido a este amplio consumo, investigadores y reumatólogos de dos centros de investigación de la Universidad McGill en Quebec, Canadá, han llevado a cabo una revisión de la evidencia científica sobre el empleo de marihuana para paliar los síntomas en pacientes reumatológicos. "Los médicos que cuidan de estos pacientes que se automedican con marihuana necesitan saber las implicaciones que tiene para la salud el uso de esta droga. Nuestro estudio propone ofrecer a estos profesionales la evidencia médica que hay relacionada con este consumo en estas enfermedades", afirman.
Lo que encontraron estos expertos al revisar la bibliografía médica es que no hay ningún estudio formal a corto o largo plazo sobre la efectividad de la marihuana en pacientes con enfermedades reumáticas. Sí que existen estudios que muestran una buena eficacia de cannabinoides para el cáncer y el dolor neuropático pero estos pueden no extrapolarse a las enfermedades reumáticas porque los mecanismos biológicos que están detrás del dolor de estas patologías son diferentes. "La información sobre los efectos de cannabionoides en las enfermedades reumáticas actualmente derivan de informes anecdóticos", afirman los autores de esta revisión publicada en Arthritis Care & Research, una revista del Colegio Americano de Reumatología.
Los datos provienen de pequeños estudios epidemiológicos, de investigaciones con cannabinoides realizadas en trastornos como la fibromialgia o de estudios realizados con cuestionarios donde son los pacientes los que informan de los resultados sin saber ni la dosis que utilizaron ni los tratamientos concomitantes que tomaban. "Las conclusiones basadas en estos estudios son por lo tanto cuestionables", señalan en su trabajo. Sólo existen un ensayo clínico randomizado, el tipo de estudios más rigurosos en la ciencia, con Sativex que fue evaluado en 58 pacientes con artritis reumatoide a lo largo de cinco semanas. Este producto generó una mejora del dolor y de la calidad del sueño. Sin embargo, los autores señalan que esta clase de cannabinoide no puede equipararse necesariamente con la marihuana.
"Contrariamente a lo que se piensa, la marihuana inhalada no es inocua. Los riesgos pueden categorizarse como efectos inmediatos en la cognición, función psicomotora, efectos cardiovasculares y del humor, y consecuencias crónicas en la capacidad mental, función pulmonar, potencial riesgo de cáncer y adicción. Además, la información de estos riesgos normalmente procede de informes sobre su uso recreacional, es decir, de personas jóvenes y con mejor salud que nuestros pacientes. La interacción de la marihuana con otros medicamentos que está siendo utilizados terapéuticamente se desconoce en su mayoría".
Para estos autores, debido a la responsabilidad que requiere la medicina, cuyo objetivo es cuidar sin generar daños, y ante la falta de evidencia médica de la marihuana en estas enfermedades, "los médicos está obligados a advertir a sus pacientes sobre los riesgos de la marihuana que han sido detectados en el uso recreacional [...] Antes de que podamos ofrecer recomendaciones o apoyar el consumo de la marihuana, se deben cumplir unos estándares mínimos de farmacoterapia en relación con la dosis, los verdaderos beneficios y los riesgos", concluyen.

http://www.elmundo.es/salud/2014/03/04/5314a9f7268e3edb758b4584.html